Los celos son una emoción que surge por querer poseer en exclusiva a la persona amada. El miedo a la pérdida, real o no, planea como una amenaza. Normalmente asociamos este sentimiento a las relaciones de pareja, pero también puede darse entre hermanos, compañeros de clase…
Los celos y la envidia, tienen el mismo motivo: la necesidad de poseer. El celoso manifiesta su miedo a perder su posesión, es decir, considera que es suyo y no quiere que nadie se lo quite. El envidioso en cambio quiere lo que no tiene.
Los celos pueden ser una manifestación de amor, pueden ser positivos mientras se respeten las normas aceptadas por la pareja.
El celoso se siente mal cuando ve o imagina a su pareja con otras personas. Siente ansiedad y nerviosismo cuando sucede. Es frecuente la comparación constante (“soy más bajo que…”, “soy menos simpático que…”), facilitando la minusvaloración y la necesidad de demostración de afecto por parte de la otra persona. Los comentarios y los gestos del otro son analizados exhaustivamente buscando indicios. Actúa motivado por la desconfianza, se niega a salir con otras personas y se enfada si su pareja comparte su tiempo con otros. El estado de vigilancia es continuo, llevándole a espiar a su pareja la correspondencia, llamadas… con el fin de asegurar la fidelidad o encontrar pruebas que demuestren una posible aventura.
Los celos cuando superan una dosis razonable, destruyen la pareja. Por ejemplo, es razonable que nos podamos sentir celosos cuando una persona de nuestro mismo sexo habla regularmente con nuestra pareja. Pero a la larga los celos pueden llegar a destruir la relación: la amenaza constante, sentir que se está observando cada comportamiento, hará tarde o temprano que la pareja cambie su forma de comportarse, que se destruya la posibilidad de diálogo y finalmente, el miedo a perder al otro, acaba llevando la relación a su fin. Sería la profecía autocumplida.
Para superar los celos, lo primero de todo es darse cuenta de que lo eres. Hay que intentar descubrir en qué momentos uno se comporta de manera celosa. Anotar lo que se hace, lo que se siente y lo que se piensa en esos momentos ayudará a entender y razonar mejor su origen. Por supuesto, hay que hablarlo abiertamente con la pareja. Quizás los celos tengan fundamento, pero quizás no sea así, si se analizan pensamientos, sentimientos y conductas, es probable que puedan hallarse muchos errores de interpretación. Habría que decirle al celoso, que si su pareja está con él será porque le quiere como es, no es necesario competir . Es mejor dedicar las energías a fortalecer y no a destruir la relación. Es necesario mejorar el diálogo, el respeto y la confianza. Para conseguir todo esto, lo mejor es planificar nuevas actividades juntos buscando disfrutar con ello.
Los celosos extremos, pueden llegar a tener peticiones absolutamente exageradas que aun siendo aceptadas no calman el sentimiento de inseguridad. Limitan de tal manera la vida de la pareja que no les permiten salir de casa, hablar con los demás, arreglarse… Es más fuerte el miedo que el amor. Cabría recomendar a estas personas que no sigan aguantando todo eso, que busquen apoyo para hacer frente al problema, que no se sientan culpables de lo ocurrido y que intenten ayudar a su pareja con atención especializada.
Cuando los celos cambian nuestro estilo de vida, generan una angustia permanente o ponen en peligro nuestra vida y nos sentimos fuera de control se ha llegado al punto donde debemos tratarlos. En este punto el paciente ha desarrollado una serie de programas mentales negativos que nos hacen sentir mal y que distorsionan la realidad. Con nuestra psicoterapia para el tratamiento de los celos eliminamos este problema de raíz y desde luego se mejora muchísimo la relación de pareja, aumentando la seguridad y confianza del paciente, pregunte también terapias de pareja, el tratamiento completo necesitará los niveles 2 y 3. Llame para hacer cita.